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domingo, 24 de septiembre de 2017

Inquietudes



Hace un tiempo que ando inquieta. No soy persona de extremos, de hecho, en mi círculo más íntimo me describirían como una persona sensata. Pero hay veces que la sensatez no me da el equilibrio que necesito, a veces se encuentra el equilibrio precisamente sacando los pies del plato.
Este  espacio suelo utilizarlo para dar información y no para dar opinión pero esta vez me voy a tomar la licencia de dar mi opinión sobre mi mundo, ese mundo ecuestre del que lo único que realmente me gusta es el caballo, gracias a ellos he tenido la oportunidad de encontrarme con gente maravillosa pero eso en este escrito es secundario.
 Estoy harta. Harta de ver como personas gestionan club hípicos sin importarles el daño que pueden hacerle a los caballos de clase pues lo ven como una pura mercancía. Caballos que trabajan durante horas en unas pistas cerradas y con una monotonía tremenda en su rutina de trabajo. Cambiando cada media hora aproximadamente de inexperto
jinete, sufriendo culadas y tironazos durante horas. Animales desmotivados que se vuelven apáticos en los mejores casos y resabiados o lesionados en los no tan buenos...
¡ A mí que no me digan que esos caballos no sufren! Señores, yo doy clases y sé de lo que hablo. Mis caballos no dan más de una clase diaria si yo puedo evitarlo y aun así veo en ellos apatía muchas veces. Me abro la cabeza planificando mis clases para evitar que los caballos hagan lo mismo día tras día. Evalúo semanalmente qué alumno montará a qué caballo y esa decisión viene determinada de a qué alumno le hará bien ese caballo y cómo le vendrá al caballo esa monta.
 Cuando me estaba sacando el título para impartir clases estaba horrorizada cuando hablaban de la gestión de un centro hípico. Una de las partidas de gastos era para la compra de los caballos de tanda cada dos años. Yo tengo la gran satisfacción de poder decir que jamás he tenido que vender ni dejar de dar clases con ninguno de mis caballos. Cuidando la cabeza y por su puesto el físico de esos caballos serán colaboradores y fiables, serán animales queridos por todos los alumnos y además les enseñaras a los nuevos jinetes qué trato se merece un caballo.
 Estoy harta de supuestos domadores que ofrecen sus servicios de puerta en puerta o en instalaciones de dudosa legalidad sin conocimientos ecuestres ningunos que destrozan bocas, que hunden dorsos que hipersensibilizan barrigas y que rompen la limpieza de todos los aires. Estoy harta de ver caballos desequilibrados, contraídos, retrotados, torcidos y por supuesto resabiados. ¿Por qué? Porque son baratos. Pues yo creo que es hora de pararse a pensar y coger el lapiz.
De precios casi mejor no hablar, solo decir que los precios del mercado al final los imponen los baratos, los baratos a los que les pagas y al final jamás tendrás un caballo como el que podrías haber tenido o los baratos que montan a seis u ocho alumnos en tándem  en caballos machacados en los que los conocimientos de los alumnos se ven mermados por el modo de llevar la clase por parte del centro.
 Harta, harta de tanto elitismo y tanto postureo, de ¨tanto tengo, tanto valgo¨, de tanto nombre y tanta marca, de tanta línea de tal o de cual, de entregar mucho más de lo que debiera a sueños de otros que hacemos nuestros pues los sueños, sueños son...
Harta de ver a jinetes que montan de manera violenta, o con unos arreos no adecuados o con un pésimo asiento que el caballo claramente refleja en su manera de moverse y muy harta de ver a jinetes ebrios en fiestas y para colmo también se ven caballos sedados...
Todo ese mundo del caballo no me interesa. Me interesan los caballos y su capacidad de entrega,  aprender  de cada uno de ellos, la psicología equina me fascina. La doma escalonada, el acoplamiento de propietario y caballo, llegar a los objetivos sean los que fueran en la medida de las posibilidades del caballo y del alumno. Velar por su bienestar físico y mental aun siendo consciente de la dificultad que entraña conseguirlo teniendo a los caballos estabulados.

Y ya que algunos dicen que soy sensata intento buscar el equilibrio sacando los pies del plato y de alguna forma sirve porque me doy cuenta que de lo que no me hartaré nunca es de seguir luchando por intentar adulterar lo mínimo mi manera de vivir.

Miriam Cordón


3 comentarios:

Edgar Guerrero dijo...

Verdaderamente una gran declaración de principios y una evidencia de conocimiento y amor al caballo.
Ánimo Miriam, tus caaballis y tus alumnos son afortunados.

María Velasco dijo...

¡Ojalá se oyeran cientos de voces como la tuya!

ASOCIACIÓN CAMPIÑA ECUESTRE dijo...

Mil gracias!!